Acercándonos al final

Sábado 22 de octubre 2011


Empezamos a gastar nuestro último día en Indonesia a las 6:30 h. El periplo balinés acaba a las 20:40, que sale nuestro vuelo KL-436 con destino Singapur, aunque tendremos que estar ya recogidos en el aeropuerto de Denpasar (Ngurah Rai) un par de horas antes. Mientras tanto, a correr. Queremos ver antes de marchar alguno de esos templos sagrados en los que los balineses se sumergen en una piscina para purificarse. Para ellos el agua tiene un profundo sentido espiritual. Los dos que podemos visitar son los de Tirta Empul y Gunung Kawi Sebatu.

Tenemos intención de realizar algunas compras por la zona antes de las 12, ya que a esa hora tenemos que dejar el bungalow. Desayunamos y salimos a contratar el taxi. Habíamos hablado con Wayan para que nos llevase él. Le encontramos en el mismo sitio del otro día, en la calle principal Danau Tamblingan y, tras tantear varios precios con otros, cerramos el trato en 375.000 rupias. Empezamos dando una vuelta por los alrededores y entramos en el mercado de Sanur. Nos sorprende porque está muy limpio y porque todos los puestos tienen una pequeña estructura forrada de amarillo que, en principio pensamos que eran luces, pero que en realidad eran altares para las ofrendas.

Después nos acercamos al centro comercial cercano (Hardy´s) a hacer las compras que nos faltan. No hay mucho tiempo. Compramos aceites, especias, especieros, prendedores para el pelo y algún instrumento musical. Todo muy barato. Salimos corriendo porque a las 12 tenemos que abandonar el bungalow. Al llegar ya nos está esperando Wayan. Pagamos la factura (260 dólares por 4 días) y nos despedimos de Bumi Ayu Bungalows.

El primer punto al que nos dirigimos es Pura Tirta Empul. Como en otros sitios te dicen que para entrar es necesario llevar un sarong, pero no es cierto. Esta historia te la quieren colar en muchos templos para venderte un sarong, pero a la mayoría de ellos se puede acceder sin más. Durante más de mil años (hay una inscripción que data la fundación del templo en el siglo X), los balineses han rezado en este templo, cuyo manantial sagrado se dice ha sido creado por el dios Indra y tiene propiedades curativas. A la entrada hay un gran pabellón en el que la gente puede relajarse a la sombra.

La gran atracción del recinto es la piscina rectangular alimentada por 12 fuentes, de las que manan las aguas sagradas. Los fieles hacen una ofrenda con el ritual de manos característico y después se sumergen bajo los caños y rezan alguna oración. Algunos hacen abluciones, beben el agua sagrada y otros la recogen en botellas para llevársela. Es una ceremonia que sobrecoge porque te sientes atrapado en un mundo de espiritualidad. La gente acude al lugar con devoción para purificarse y salir de allí renovado de cuerpo y alma. Por suerte, aunque seas ajeno al ceremonial nada te hace sentirte como un intruso.

De allí y continuando con el rito del agua nos acercamos a Gunung Kawi Sebatu o Templo del Manantial Sagrado, otro templo cercano con manantiales de aguas medicinales y propiedades curativas. Tiene el mismo nombre que el de los templos funerarios que vimos ayer (de hecho estamos muy cerca). Está emplazado en el fondo de una garganta y rodeado de vegetación, palmeras, plátanos y otros árboles tropicales. Predomina el color verde salpicado de flores rojas, blancas y amarillas. En la entrada hay cabañas emplazadas sobre terrazas, unas son lugares de ofrendas y están valladas, y otras espacios de reunión sin paredes laterales. Un gran estanque alberga carpas de colores de un tamaño descomunal. Ya en el interior, diferentes piscinas de piedra alimentadas por varias fuentes que reciben el agua a través de conductos de piedra labrada, sirven para que los nativos purifiquen sus cuerpos y sus almas con el agua milagrosa que mana de ellas. Según parece, Sebatu deriva de las palabras "Sahu Batu" que significa "resbalar en una piedra". Al parecer, al perder la batalla contra Indra, el rey Mayadenauwa llegó a este lugar y, exhausto, resbaló sobre una piedra.  

Cuando terminamos la visita y en vista de que vamos a andar un tanto apurados, decidimos renunciar y no acercarnos a ver el templo de Uluwatu tal como habíamos pensado inicialmente. No queremos arriesgarnos a perder el vuelo ni tampoco andar con prisas. Al pasar por Tegallalang el chofer nos para en una plantación de café (Bali Pulina. Br. Pujung Kelog. Tegallalang-Gianyar), en la que nos ofrecen una degustación gratuita de 8 cafés diferentes desde un lugar con unas buenas vistas naturales a las plantaciones y a las terrazas de arroz. No sabemos si le entendemos bien lo que nos dice, pero creemos que nos ofrece otra a un precio muy caro, que procede del café que ha sido antes digerido en el estómago de una vaca. Nos tira para atrás el precio pero mucho más el procedimiento. Ni nos lo planteamos. Al final nos gusta especialmente el de ginseng, que repetimos.

Se alarga la degustación hasta las 5:40 h. Menos mal que estamos cerca del aeropuerto. Nos vamos para allá directamente. En el camino, Wayan nos cuenta cosas relacionadas con los precios (un coche vale 150-200 millones de rupias), con los sueldos (un profesor de secundaria cobra entre 3 y 6 millones de rupias, es decir entre 250 y 500 euros), el nivel de vida (el alquiler de un piso de dos habitaciones puede oscilar entre los 200 y los 300 euros mensuales, una habitación en una pensión para una noche se puede conseguir por 6/10 euros, el tabaco cuesta 1 euro, un cubata 1,5), etc.

Al despedirnos de él en el aeropuerto nos entra el bajón. El viaje toca a su fin y es verdad que ha sido un viaje especial, un viaje en el que nos hemos sentido un poco más viajeros y un poco menos turistas que otras veces. Mientras esperamos la llamada de KLM para el embarque, le damos un repaso a este nuestro periplo indonesio que, ahora somos conscientes, empieza a terminar. Nos felicitamos porque el resultado es muy gratificante y la experiencia muy positiva. Quizás el primer apunte sea que esta forma que hemos utilizado te permite viajar de manera más autónoma, menos agregada de lo que se hace en grupo, que siempre ralentiza los movimientos. Por otra parte, corroboramos que viajar, en general, invita siempre a reflexionar y te abre los ojos. Es una llamada de atención. Te lleva a ser consciente de que hay mucha vida detrás de nuestros universos personales, lo que siempre es bueno. Sorprenderse, adaptarse y aprender no son siempre verbos que aparezcan en la práctica cotidiana y que suelen ponerse delante de nosotros cuando salimos por ahí a airearnos. Y otro menos usado pero todavía más importante, es el verbo relativizar.

Estos días pasados en Indonesia nos dejan recuerdos duraderos en la memoria. Para mí son especiales, entre otros, el colorido del viaje en el tren popular de Surabaya a Yogyakarta, la lección de fortaleza de Siem y Ratjó, la pareja que decidió no someterse a los dictados del todopoderoso Gunung Merapi, la Montaña de Fuego, que se empeñaba en echarlos de su casa, la solemne majestuosidad del templo de Borobudur, la visita al cementerio real de Yogyakarta, la amabilidad de los indonesios, la sin par puesta de sol en Tanah Lot, el ambiente sobrecogedor que se respira en la sobriedad de Sunung Kawi, o la espiritualidad y la devoción con la que la gente acude a purificarse en las aguas sagradas de Tirta Empul. No olvidaré tampoco el placer con el que he disfrutado una cerveza al atardecer o el tranquilo deambular por un mercado de productos exóticos con los ojos muy abiertos.

Facilita mucho todo el viajar con Jesús. Además de un viajero experimentado es sin duda alguna un compañero ideal para una aventura de este tipo. La convivencia ha sido realmente sencilla y su capacidad de adaptación total. Indonesia es un país inmenso y variado que hay que descubrir en más de una ocasión. Nos han quedado muchas cosas pendientes, pero no importa, nuestra intención no ha sido coleccionar nombres o lugares, sino disfrutar tranquilamente de lo que hemos ido encontrando a lo largo del camino. Y, a fe, que ha sido mucho.

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