Ruta norte, mercado de Benegul y Tanah Lot


Jueves, 20 de octubre 2011

La noche nos despierta con una tormenta espectacular. El agua cae atrevida, descarada, rompiendo con estrépito el silencio. Cuando amanece, sin alborotos, todo ha vuelto a la normalidad. La noche es agua pasada.

Desayuno con zumo de papaya, plato de fruta y té con tostadas. Mientras escribo un poco para que no se me escapen del todo los recuerdos de días anteriores, Jesús sale a contratar un transporte para hacer una ruta que hemos programado hacia el norte, hacia los lagos. Llega a un acuerdo por 350.000 rupias (30 euros). Wayan, el conductor, es un hombre de 50 años, extrovertido, atento y serio (Móvil: +62 (0) 81 239 17900). Antes de partir nos acercamos a cambiar a un Money Changer, en la misma calle Jalan Danau Tamblingan, número 50, en Sanur. Nos dan 2.424.000 rupias por 200 euros, lo que está muy bien (1 euro = 12.120 rupias).

Nuestro primer destino es Batubulan. Nuestro objetivo, un espectáculo de música y danza balinesa. (Barong Dance, una de las representaciones más populares en la isla). A pesar del marchamo turístico con el que está montado y que, indudablemente, resta autenticidad al lugar y a la representación, tiene interés. El Barong es un animal mitológico que representa el espíritu del bien, mientras Rangda encarna el espíritu del mal. La obra es la leyenda de Ramayana, plantea el sacrificio de Sadewa y trata de la lucha interna entre el amor y la obligación, ese desacuerdo que aparece en algún momento en todas las vidas entre lo que quiere el corazón y lo que manda la cabeza. En el escenario se acumulan contradicciones, retos y anhelos de diverso tipo para darle cuerpo a la obra. Durante el intermedio dos chicas ataviadas con vistosos trajes interpretan el legong, una danza balinesa muy lenta, en la que la expresividad de manos y ojos juega un papel fundamental en el resultado. El vestuario de la obra, los personajes y la música son más que aceptables, la escenografía no llega a suficiente. La entrada 80.000 rupias (7 €).

Nos dirigimos después a Pacung para hacer fotos de campos y terrazas de arroz. La tierra es muy fértil gracias a las cenizas de los volcanes que la enriquecen. Según nos dicen, con poco esfuerzo la tierra produce bastante y gracias a eso la gente tiene tiempo para dedicarse a otras tareas productivas, como la elaboración de artículos artesanales, actividad que simultanea con las labores agrícolas buena parte de los trabajadores del campo. Como la isla es montañosa, los campesinos tienen que hacer sus plantaciones en campos que preparan aprovechando la orografía, muy a menudo en forma de escalera. Los terrenos son escalonados por obligación y para permitir un riego fácil y aprovechado, ya que tienen que estar inundados buena parte del tiempo. En muchas zonas de la isla de Bali se pueden encontrar pintorescos arrozales en terrazas.


Desde el mismo sitio en el que nos paramos para hacer fotos, vemos un altar familiar cercano en casa de un agricultor y decidimos acercarnos. Nos recibe con gusto. Se llama también Wayan y está haciendo a mano paquetes de espinacas para vender. Nos comenta que por cada 7 manojos le dan 500 rupias (4 céntimos de euro). Después nos presenta a su mujer (Mary, más distante) y a su hija deficiente psíquica, que tiene 30 años encerrados en el cuerpo de una niña. También nos enseña la casa y nos da permiso para hacer fotos al templo familiar. Son realmente atentos.

El chofer insiste para que entremos a comer en un restaurante. Presumimos, con o sin razón, que le dan comisión o comida a cambio, pero no entramos. Nos sentamos en una casa-café-tienda de artesanía y pedimos un té. Mientras lo tomamos llegan los niños del colegio, se enrollan con nosotros y juegan con los gatos. La mujer trata infructuosamente de vendernos cuadros y esculturas en madera y piedra.


Cuando terminamos, desde allí nos acercamos a Ulun Danu Beratan, un templo precioso a orillas del lago Beratan, dedicado a Dewi Danu, la diosa de las aguas (10.000 rupias la entrada). Seguimos presenciando ofrendas a los dioses, barcas con flotadores laterales, pescadores de caña, una boda y nubes en el cielo. Al volver al coche Wayan nos va contando cosas acerca del ritual de los funerales y las bodas (cuya duración está en función del poder económico de la familia) y también nos habla de la escolarización de los niños, mientras nos lleva a un punto estratégico en Wanagiri, desde el que pueden divisarse simultáneamente los dos lagos, Danau Buyan y Danau Tamblingan, en un marco natural incomparable (Sacred twin lake view).

Al descender le pedimos a Wayan que pare en el mercado de Benegul. Nos apetece ver de cerca cómo se manejan los hilos de la compraventa de frutas, flores, productos agrícolas, especias y artesanía. El sitio rebosa color y sabor. Los balineses organizan y decoran los puestos callejeros con una gran variedad de frutas de colores llamativos, que colocan escrupulosamente ordenada en pequeños montones. Nos da el tiempo justo para una vuelta de tanteo por los puestos y empieza a llover de la forma que llueve aquí, con prisa y a mares. Aguantamos el chaparrón jugando a regatear, comprando algunos recuerdos y hablando con el personal. En este mercado de Benegul hay vendedores de todo tipo, desde gente a la que no le importa si somos guiris o nacionales, lo que quiere es despachar mercancía, hasta gente (como una vendedora a la que pedimos 2 mangos y unas fresas y pretende cobrarnos 120.000 rupias) que quiere aprovechar que hay un europeo a tiro para tratar de sacar en una operación dinero para todo el mes.  

Nos vamos a Tanah Lot, último punto del día. Este templo fue construido en el siglo XVI por un carismático sacerdote hinduista llamado Nirartha en un emplazamiento inigualable, sobre un arrecife rocoso que casi llega a cubrirse por completo cuando la marea es alta. Es el más fotografiado de Indonesia por las espectaculares puestas de sol que se producen en su entorno, lo que atrae a multitud de visitantes al atardecer. (Cobran 10.000 rupias per cápita). Conforme avanza la tarde se va acumulando gente que coge posiciones para, cuando llega el momento supremo del ocaso, ponerse a disparar.


Después de ponerse el sol volvemos a Denpasar y vamos a cenar nuevamente a Rasa Senang (Jalan Danau Tamblingan, 92. Sanur). En esta segunda ocasión tomamos 1 cerveza grande y una pequeña (48.000 rupias), 2 aguas, 2 Sate Campur y un Nasi Putih (arroz). Todo por 199.100 rupias (16,5 €). Es un ambiente relajado y agradable que hace que disfrutemos a placer de la cena mientras un cantautor interpreta como música de fondo diferentes canciones europeas.

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